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El Acto heroico de caridad

Rvdo. P. Benedict Hughes, CMRI

El padre Gaspar Olider, sacerdote teatino devoto que vivió a principios del siglo XVIII, predicó la práctica de un tipo de caridad conocido como el Acto heroico de caridad hacia las almas en el purgatorio. Esta devoción fue aprobada por la Iglesia y fue altamente indulgenciada por los papas Benedicto XIII, Pío VI y Pío IX. A fin de que entendamos mejor este Acto heroico, examinemos primero lo que se entiende por la palabra sufragio.

Sufragios para los difuntos

Toda obra buena que realizamos en el estado de gracia posee un valor triple: Tiene poder meritorio, impetrante y satisfactorio. El valor meritorio de nuestras buenas obras indica su capacidad para ganar un incremento en el mérito, el cual es un derecho a la recompensa celestial. Por consiguiente, toda buena dádiva le gana al que la realiza un incremento en la gloria celestial. Nuestros méritos son incomunicables: no podemos cederlos a los demás.

Las impetraciones y satisfacciones, por el otro lado, sí son aplicables a los demás. El valor impetrante de nuestras buenas dádivas indica su poder para obtener de Dios un poco de su gracia. Como sucede con cualquier oración, podemos ofrecer nuestras impetraciones por los demás. De igual manera, el valor satisfactorio de nuestras buenas obras, que es el poder que poseen para expiar el castigo temporal que se debe al pecado, puede aplicarse a las almas en el purgatorio o pueden usarse para nuestro propio beneficio.

Los sufragios es una palabra usada para incluir tanto las impetraciones como las satisfacciones: el doble valor de nuestras buenas acciones que pueden aplicarse a los demás. Las almas en el purgatorio no pueden orar por sí mismas ni ganar indulgencias, no pueden asistir a misa ni recibir los sacramentos. No pueden sino sufrir para expiar el castigo temporal que se debe a sus pecados. Mediante nuestros sufragios, podemos aliviarles de sus sufrimientos y satisfacer por sus pecados. La caridad cristiana nos inspira, como miembros de la Iglesia militante, a hacer todo lo que podamos por estos nuestros hermanos de la Iglesia purgante.

Los elementos del acto heroico

El Acto heroico es una donación total a las almas del purgatorio de todo lo que podemos darles. Un decreto de la Sagrada Congregación de Indulgencias del 18 de diciembre (1885) describe esta donación de la siguiente manera: “El Acto heroico de caridad, a favor de las almas detenidas en el purgatorio, consiste en esto: que un miembro de la Iglesia militante […] ofrece a Dios todas las obras satisfactorias que realizará durante su vida por las almas en el purgatorio, y asimismo todos los sufragios que puedan acumulársele tras la muerte.”

El heroísmo de este acto en esto consiste: que por medio de él damos a las almas purgantes no solo el valor satisfacorio de todas las obras de nuestra vida, sino también todos los sufragios que se nos darán después de nuestra muerte, sin resevar nada con lo cual saldemos nuestra propia deuda. Por ello, el acto es uno de caridad desinteresado. Además, depositamos estos tesoros en las manos de la Santísima Virgen María, para que pueda ella distribuirlos, según le plazca, a todas aquellas almas que desea librar del purgatorio. Al hacer eso, sacrificamos también la libertad de aplicar nuestros sufragios a los difuntos de nuestra elección. Con ello entregamos a favor de todas las almas purgantes aun el placer de denotar el beneficiario de nuestra caridad. Por medio de esta devoción renunciamos a todo lo que se pueda renunciar: sin duda, una acción magnánima.

¿Cómo, entonces, se hace este Acto heroico? La Sagrada Congregación contesta en el decreto ya mencionado que un miembro de la Iglesia militante hace esta donación, “ya usando una fórmula hecha, ya simplemente por un acto de su voluntad.” Es importante, sin embargo, que uno comprenda todo lo que hace antes de realizar el Acto heroico, y, por lo tanto, debería consultarse al confesor antes de emprenderlo. Si alguno, después de realizar el Acto, llegara a lamentar haberlo hecho, puede revocarlo por un simple acto de su voluntad.

Objeciones a esta devoción

Todas las objeciones formuladas contra esta devoción giran en torno al miedo de que, al realizarla, se pone en riesgo la salvación de el alma propia. Ciertos cristianos de buen corazón temen que por tan perfecta renuncia se quedarán sin los auxilios necesarios para la salvación. Asimismo temen que, habiendo sacrificado todos sus sufrimientos, serán condeanados tras la muerte al purgatorio por un tiempo indefinido, quizá hasta el fin del mundo.

El P. Mumford, como lo cita el P. Shouppe en Purgatory, habla de cristianos que hacen esta total donación de todo el fruto de sus buenas obras que se encuentran a su disposición en favor de las pobres almas. Dice: “No creo que puedan hacer mejor uso de ellas, puesto que las vuelven más meritorias y más eficaces, tanto para obtener la gracia divina como para expiar sus propios pecados y acortar su estancia en el purgatorio, o aun de adquirir expiación total de ellos” (pp. 206-7).

Estas palabras indican las valiosísimas ventajas del Acto heroico. Entendamos que el Acto no nos impide orar por algunos difuntos en particular. Sin embargo, debemos tener en cuenta que la aplicación de nuestros rezos está sujeta a la disposición de la adorable voluntad de Dios. Lejos de pensar que nuestra Santa Madre abandonaría a aquellos por los que rogamos, pensemos que le daría gusto conceder las peticiones de quien ha hecho este generoso sacrificio.

Por otro lado, como ya se dijo antes, el Acto puede revocarse en cualquier momento. Así como puede hacerse por medio una simple acción de la voluntad, también una acción de voluntad puede revocarlo. Aunque puede hacerse sin la ayuda de una fórmula en particular, sin embargo, vendría bien renovarlo a menudo utilizando la fórmula que se halla en esta página. Tal renovación estimula nuestro afán de aliviar a las pobres almas y nos sirve de recordatorio del sacrificio que hemos hecho en su favor.

Finalmente, no pensemos que nos someteremos a un largo y espantoso purgatorio con esta cesión de nuestros sufragios en favor de los difuntos. Si bien es cierto que, en esencia, esta práctica implica una disposición a asumir las terribles penas del purgatorio por amor del prójimo, es inconcevible que tan generosa alma sea abandonada a un purgatorio largo. Pensar de esta manera, como dice san Luis María de Montfort, es pensar indignamente de Jesús y María.

Este hecho se demuestra con una historia de santa Gertrudis contada por el P. Shouppe. La santa, estando en la hora de la muerte y considerando los pecados de su vida, temía que, habiendo hecho tanto por las almas en el purgatorio, ya hubiera agotado sus satisfacciones y sería abandonada a sufrir mucho en el purgatorio. Nuestro Señor se dignó a aparecérsele a fin de consolarla con estas palabras: “La generosa donación que de todas tus obras has hecho para las santas almas me han agradado singularmente; y para darte prueba de ello, declaro que todas las penas que habrías tenido que perdurar en la otra vida son condonadas; además, en recompensa por tu generosa caridad, de tal manera realzaré el valor de los méritos de tus obras que te aumentarán la gloria en el cielo” (p. 208).

Indulgencias concedidas

Los que están familiarizados con la consagración total a Jesús por medio de María, tal como fue enseñada por san Luis María de Montfort, hallarán que esta renuncia de satisfacciones es parte de la consagración que él enseña. Puede que se pregunten si sirve de algo hacer este Acto heroico si, en esencia, ya han entregado sus sufragios.

Recomiendo que hagan el Acto heroico de caridad, y esto por dos razones:

1) al realizarlo, se les recuerda de la donación de sus sufragios hecha por medio de la santa esclavitud, donación que quizá nunca entendieron del todo.

2) este acto se encuentra enriquecido con maravillosas indulgencias, y es muy importante que ganemos todas las indulgencias posibles para el alivio de las pobres almas.

Las dos indulgencias principales que se hallan anexadas a este acto son las siguientes: 1) los sacerdotes que la realizan reciben el privilegio personal de ganar una indulgencia plenaria para una alma de su gusto cada vez que dicen misa. 2) los fieles pueden ganar una indulgencia similar, aplicable únicamente a las almas en el purgatorio, cada vez que recibe la sagrada comunión y también cada lunes, día en que oyen misa para los difuntos. En todos los casos anteriores, se requieren las condiciones usuales para ganar estas indulgencias.

“Es, pues, un pensamiento santo y saludable el rogar por los difuntos, a fin de que sean libres de las penas de sus pecados” (2 Mac. 12:46).

 

La fórmula del acto heroico

Oh santa y adorable Trinidad, deseando cooperar en la liberación de las almas en el purgatorio, y para testificar mi devoción a la Santísima Virgen María, cedo y renuncio en favor de esas santas almas toda la parte satisfactoria de mis obras, y todos los sufragios que puedan dárseme después de mi muerte, y las encomiendo enteramente en las manos de la Santísima Virgen, para que pueda aplicarlas según le plazca a esas almas de los fieles difuntos que desea librar de sus sufrimientos. Dígnate, Dios mío, aceptar y bendecir esta ofrenda que hago para ti en este momento. Amén.