Harry Potter es un peligro para usted y sus hijos
Adaptación de un sermón del P. Casimir Puskorius, CMRI
(3 domingo de Adviento, diciembre 16 del 2001)
Todos los años leemos en el Evangelio del 1er Domingo de Cuaresma que el diablo tentó a Nuestro Señor. Primero intenta moverlo a la gula, pero Él resiste. Claro, siendo Dios, no puede ser inclinado al pecado. Pero el diablo no sabía esto, y lo tienta primero con la gula, luego con el orgullo y el poder y el materialismo. Dice a Nuestro Señor: “¿Por qué no te echas de esta cumbre? Dios te salvará.” Él se rehusa. Luego el diablo ve la oportunidad: muestra a Nuestro Señor toda la gloria del mundo y le dice: “Todo esto te daré si tan sólo te inclinas y me adoras.” Obviamente se rehusa de nuevo. En cierto sentido, lo que el diablo estaba diciendo era: “Te daré la magia para hacer algo que no es moralmente bueno, pero que disfrutarás.”
Debería sernos evidente, mis queridos parroquianos, que el diablo va tras cada uno de nosotros, tentándonos de manera similar hacia el pecado y el orgullo. Estas tentaciones toman diversas formas, por lo que debemos estar en guardia. El diablo trata de alejarnos del servicio de Dios, de obedecer los mandamientos divinos; y es tan astuto y tan sutil que frecuentemente no se sabe, a menos que uno sea muy cuidadoso, como se nos insinúa.
Lo considero mi deber hablarles hoy acerca de una serie de libros y de su película anexa, pues creo que contienen una insinuación de orgullo y de impiedad. Supongo que ya saben de lo que estoy hablando: de las series de Harry Potter. Hablaré de los libros y de la película, ya que si uno lee los libros, querrá ver la película, y vice versa. Pienso que existen verdaderos problemas, verdaderos peligros espirituales, posiblemente peligros graves, y les explicaré por qué. Créanme, me abstuve de tocar este tema por mucho tiempo. Cuando los libros salieron por primera vez, comencé a reunir información. Quize analizarlos para ver si eran buenos o no para los niños, y luego escribir un artículo para The Reign of Mary. Hasta ahora no dije nada porque quería examinar bien el asunto antes que decir sí o no sin saber.
Permítanme también agregar antes que ahora hablo consciente de que un día tendré que responder ante Dios por cómo cumplí mi deber de instruirlos a ustedes en materia de fe y moral. Ciertamente creo que la fe y la moral se ven involucradas en este tema en particular.
El primer problema que quisiera recalcar son las palabras usadas tan casualmente en los libros y la película, palabras que los niños pueden empezar a usar y que son materia de pecado mortal. Específicamente, me refiero a tales palabras como hechicería, brujería, maldiciones, comunicación con los muertos (necromancia). La Iglesia católica muy claramente nos dice que estas cosas son pecados mortales y que no deben presentarse como si fueran algo permisible. Yo creo que es el diablo quien trata de insinuarse a través de los medios de los seres humanos y de alejarnos de Cristo. Estas historias no son las historias de hadas usuales. Recuerden que los niños no tienen la misma habilidad crítica que los adultos. Ellos leen la fantasía de manera muy diferente que nosotros: la leen como algo real.
Les daré algunas citas. Esta es del artista y escritor católico canadiense Michael D. O’Brien, autor de A Landscape with Dragons: The Battle for Your Child’s Mind. Hablando de los libros, dice que: “La serie utiliza el mundo simbólico de lo oculto como su metáfora principal. Esto tiene el potencial de bajar la guardia del niño ante la verdadera actividad oculta en el mundo de nuestro alrededor, la cual está por doquier y en crecimiento.” Seríamos ingenuos hasta el extremo, mis queridos hermanos, si pensáramos que el diablo no está tratando de hacer su trabajo.
Aquí está otra cita de una fuente confiable, de una persona que una vez estuvo involucrada en la brujería. Él dice que los nombres usados en los libros son nombres de demonios reales. Cito textualmente:
“El primer libro de la serie, titulado Harry Potter y la Piedra Filosofal, muestra a un Harry Potter huérfano que se embarca en un nuevo reino cuando es llevado a la Escuela Hogwarts de brujería y magia. En esta escuela esotérica, Harry Potter aprende cómo obtener y utilizar el material de brujería.”
¡Esta no es la inofensiva magia blanca! Estamos hablando de algo mucho más serio.
“Harry también aprende un nuevo vocabulario, incluyendo tales palabras como Azkaban, Circe, Dracho, Erised, Hermes, Slytherin: nombres todos de verdaderos diablos o demonios. Estos no son personajes de ficción.”
Simplemente no existe una clara distinción entre el bien y el mal en los libros de Harry Potter como en las series de Narnia de C.S. Lewis. Lo siguiente está tomado de una entrevista con Michael O’Brien acerca del tema (reportado por ZENIT el 6 de Dic. del 2001).
Entrevistador: “Los críticos de Harry Potter ven una gran diferencia entre autores como Tolkien y C.S. Lewis, quienes, así dicen, utilizan elementos mágicos con una visión cristiana, y los libros de J.K. Rowling, donde la magia se presenta en un estilo agnóstico y pagano.”
O’Brien: “Las diferencias son grandes; yo diría que son absolutas. La semejanza entre las obras de fantasía cristiana y Rowling es meramente superficial. Sí, en ambos existe la magia; sin embargo, Tolkien y Lewis repetidamente advierten acerca de los peligros de la magia en el curso de toda la novela.
“Tolkien es particularmente claro sobre esto. En su gran épica, El Señor de los anillos, y en su obra fundamental, El Silmarilión, muestra que los poderes que no pertenecen por derecho al hombre siempre tienen una influencia corruptora sobre él. En sus metáforas, solamente las criaturas de alto rango ejercitarían poderes sobrenaturales, y entonces sólo como don divino.
“Los personajes malignos en la historia han corrompido estos dones, o si no — en el caso de humanos — han tratado de tomarlos como posesiones personales, para luego ser engañados y finalmente destruidos por ellos. Además, la “magia” en la subcreación de Tolkien no refleja realmente las prácticas mágicas del mundo real…
“En su serie de fantasía para niños, Las Crónicas de Narnia, y en su cósmica trilogia para adultos, C.S. Lewis también muestra repetidamente el atractivo de los poderes que no pertenecen por derecho al hombre, especialmente cuando son capturados en una búsqueda gnóstica por el poder.”
Así que Harry Potter NO es la misma cosa que las historias de hadas más tradicionales. En Harry Potter hay hasta desensibilización al pecado. O’Brien continúa diciendo en esta misma entrevista:
“Hay otros problemas serios en estos libros, especialmente la cuestión de autoridad y de obediencia. Las faltas de Harry rara vez son castigadas, y ésto usualmente por las figuras de autoridad negativa en el cuento. Las figuras de autoridad positiva de hecho recompenzan a Harry por su desobediencia cuando ocasiona un bien percibido. Sus mentiras, sus actos de venganza y el mal uso de sus poderes son ignorados frecuentemente. El mensaje de “el fin justifica los medios” predomina por todo el cuento.”
Ahora recuerden, Harry Potter está atendiendo una escuela de brujas. O’Brien describe una escena espantosa y aterradora:
“En una clase, a los estudiantes se les enseña a arrancar raíces de mandrágoras, que son bebés humanos vivos, para uso en una poción. Esto puede causar, al menos, una desensibilización inconsciente hacia el aborto.”
Harry también habla el idioma de las víboras, llamado “pársel.” Escuchemos de otra fuente:
“Toda estas imágenes, además, parecen derivarse del ocultismo, lo cual sugiere un conocimiento sofisticado de lo oculto por parte del autor. Con respecto a la habilidad de Harry para hablar el “pársel,” o el idioma de las víboras, los libros están imbuidos de imágenes de serpientes, comenzando por las primeras páginas del primer libro, cuando el joven Harry, aún ignorante de sus dones mágicos, tiene una conversación con una boa en un zoológico. Después de que la víbora le comunica su deseo de escapar de su prisión, Harry vaporiza inconscientemente el cercado de vidrio, y el reptil escapa. En el segundo libro, Harry descubre que la amenaza que ha estado atacando secretamente a los estudiantes de Hogwart es un basilisco (una serpiente gigante con miras de matar, literalmente), mientras que en el cuarto libro conocemos a la vil y familiar Nagini de Voldermort, una víbora que devora las víctimas de Voldermort. La serpiente, apenas es necesario recordarle al lector, es uno de los temas esotéricos y paganos más antiguo y extendido; la serpiente satánica del Jardín del Edén encuentra expresión en la mayoría de los sistemas paganos como la Serpiente Dios: desde el dios egipcio, Set, hasta las cobras sagradas asociadas con Vishnú y Shiva” (Harry Potter’s Hocus-Pocus, por Steve Bonta).
Creo que ya comprendieron, mis queridos parroquianos. Esto es peligroso. Sé que hay gente bien intencionada que sigue la serie o está involucrada con ella, pero espero que mis palabras de hoy los haga reconsiderar.
En la oficina de la secretaria está disponible la revista Preview Family Movie & TV Review, que analiza las películas a partir de una perspectiva piadosa; dicho sea de paso, sólo los adultos pueden recogerlas. Les dirá si vale la pena mirar una película o no, y señalará los problemas de cada una. Esto es lo que dice acerca de esta película en particular:
“Contiene violencia moderada como brusquedad en los deportes y destrucción de propiedad; pero junto con el aprendizaje de encantamientos, pociones, manejo de varilla y de escobas, HARRY incluye otros elementos a los que la Biblia mira negativamente. Más preocupante es el concepto del espíritu de un brujo maligno cohabitando el cuerpo de otro.”
A lo que aquí se refiere es a la posesión diabólica. Esto es lo más espantoso, creo, que pudiera suceder en la tierra: que alguien sea poseído por el diablo.
“Será difícil, si no imposible, en la mayoría de las familias, cristianas y seculares, negarles a sus hijos el deseo de ver la película; pero la brujería, la comunicación con los muertos y la posesión debieran discutirse maduramente. A pesar de sus mensajes positivos y personajes honorables [afirmación demasiado benigna, en mi opinión], no podemos en buen espíritu recomendar a Harry Potter.”
La semana pasada celebramos la gloriosa fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, cuyo lugar de aparición en la Ciudad de México es uno de los principales santuarios marianos del mundo. Hasta 20 millones de peregrinos lo visitan cada año. Esta semana estaba reflexionando sobre cómo Nuestra Señora ayudó a salvar de manera eficaz al pueblo azteca del paganismo. Como paganos, tenían chamanes, su propia especie de brujería y una serpiente dios. A través de esa milagrosa imagen, Nuestra Señora vino a enseñarles que la religión predicada por los misioneros era la verdadera fe, y que sólo podrían salvar sus almas recibiendo la luz del Evangelio, conociendo a Jesucristo y la verdadera fe.
Es cierto que los conquistadores fueron algunas veces culpables de algunas injusticias muy graves. Eso no lo condonamos. Pero sí nos regocijamos en que los misioneros trajeron el Evangelio. Al principio, las conversiones no eran abundantes, pero cuando los aztecas vieron la imagen milagrosa en la tilma de Juan Diego (que existe hasta el día de hoy: es un milagro que continúa existiendo), vieron la pequeña cruz ahí en el broche de Nuestra Señora y les hizo reconocer la verdadera religión. Millones se convirtieron en un par de años; 9 millones, según una fuente.
Es interesante saber, considerando lo que he dicho, que el nombre verdadero de Nuestra Señora de Guadalupe es “la que aplasta la serpiente de piedra.” Ella le dio su nombre a Juan Diego en lengua azteca: “Tecoatlaxopeuh” (te = piedra, coa = serpiente, tla = la, xope = aplastar o erradicar), y cuando él se lo dijo al Obispo, éste creyó escuchar “Guadalupe,” nombre de un santuario de Nuestra Señora en España. (Este santuario tiene una estatua de Nuestra Señora que había sido dada por el papa Gregorio Magno alrededor del año 600, y que se perdió por muchos siglos, pero que luego fue hallada). Así que la verdadera Patrona del santuario es “la que aplasta la serpiente de piedra.”
Orémosle a Nuestra Señora de Guadalupe para que nos ayude a aplastar la serpiente de nuestras vidas, de tal manera que no pueda hacer estragos en nuestra fe católica o se lleve a nuestros hijos por malos caminos. Orémosle a esta humilde Virgen que se consideró a sí misma la sierva del Señor, y al humilde Redentor, quien nos enseñó muchísimas cosas. Si somos humildes, buscaremos siempre la voluntad de Dios. Esto es siempre la señal de la humildad.
Una lectora católica reflexiona…
por Angela Subridens
Estoy segura de que los gusanillos de biblioteca eventualmente se transforman en algo increíblemente hermoso, aunque tal vez no hasta la eternidad. Por mi parte, desde la edad de cinco más o menos hasta hoy, sigo siendo una gusanillo devoradora de libros. No sólo son algo que leo, sino que son mis amigos y compañeros. Puede que de vez en cuando disfrute una película en video, pero nunca tanto como un libro.
He leído todos los libros de Rowling. (El director de la escuela me pidió que diera mi opinión sobre ellos). De esto aprendí qué tan desensibilizado puede volverse incluso un católico a la vulgaridad que el mundo tan frecuentemente le presenta como entretenimiento. Al dar mi reporte sobre los libros, les manifesté a los maestros que definitivamente no los pondría en las manos de los niños. El “héroe” es desobediente, irrespetuoso y mentiroso, entre otras cosas; y estuve tentada a alegrarme por eso, ya que a la mayoría de los adultos se les retrata como estúpidos. Mayor problema fue, sin embargo, y especialmente en este mundo moderno donde la brujería es una realidad accesible y muy presente, la impresión dada de que el ocultismo es divertido y que puede usarse para el bien.
Poco después de leer el cuarto libro de la serie de Potter, recibí un email que me dio escalofríos. Un hombre me describió algo que le estaba pasando a su hijo, quien, evidentemente, estaba involucrado en el satanismo. Lo que más se me viene a la mente es su descripción de unas “visitas” que llegaron al cuarto de su hijo a través de una parte de la pared marcada en negro, y que su hijo explicó era un “portal;” esto me recordó forzosamente de la “portkey” en los libros de Potter, a través de la cual las brujas y los magos viajaban voluntaria o involuntariamente hacia lugares muy lejanos.
Por el lado positivo, permítame citarle un comentario hecho sobre otra serie de libros infantiles que leí recientemente. Estos libros han sido de mayor disfrute y satisfacción que las series de Harry Potter.
“En lugar de que los escritores católicos estén gruñendo por lo que leen los chicos, debemos hacer que escriban algo que sí puedan leer… una buena historia católica hará más que una docena de volúmenes que gruñan contra los libros que los chicos no deben leer1.” [Yo añadiría que ni las chicas]. Así habla el héroe de las series de Tom Playfair, publicadas por TAN. Estos libros son enteramente católicos, divertidísimamente chistosos, profundamente conmovedores y de un carácter espiritual tan natural que el lector(a) no siente que se le esté “sermoneando.”
El autor, el renombrado Padre Finn, relata las aventuras de un travieso y emprendedor chico de diez años, Tom Playfair, que finalmente es llevado por su exasperado padre a un internado jesuita. A través de los varios episodios, este niño pícaro y sus amigos maduran y se vuelven buenos jóvenes católicos.
He reído y llorado con estos libros un par de veces, y uno de los maestros en nuestra escuela ha comenzado a leerlos en voz alta a su clase. El editor cita una razón para imprimir estos libros: la experiencia de una Hermana que lee estos libros a su clase de quinto y sexto grado cada año, y que de ahí en adelante siempre nota una marcada mejoría en sus alumnos.
Estos libros valen oro. Hasta los adultos pueden aprender una que otra cosa de ellos. Yo sí aprendí.
Notas
1Harry Dee, Fr. Francis J. Finn, SJ, Benziger Brothers: 1892, p.240; reimpresos por TAN, 2000